Un torneo lleno de emociones fuertes, buena compañía y aún mejor ambiente. Mis legiones y yo rozamos la victoria con la punta de los dedos, pero no llegó a ser nuestra. Pese a ello, no dejó de ser un gran torneo con batallas apasionantes y resultados ajustados.
Para empezar, me enfrenté a un viejo conocido: Eldars, liderados por un amigo con el que suelo jugar. La misión de Guerra Eterna era Reconocimiento, mientras que de vórtice tocaba el Botín, que me permitiría robarle un par de objetivos. Consiguió primera sangre disparando con todo lo que tenía a mi unidad de 6 motos, que pese a sus buenas salvaciones, se vieron saturadas y nada pudieron hacer por salvarse. De todos modos, antes de caer se llevaron por delante a un puñado de exploradores. El resto de la partida puede describirse de la siguiente manera: Las unidades de guerreros avanzando hacia los objetivos y tomando posiciones mientras dos unidades de 4 motos Eldars se esforzaban por mermarlas, sin demasiado éxito.
El punto de inflexión llegó cuando mi rival cometió un error fatal: Su Serpiente, cargado con 5 Guardias Espectrales con Guadañas D sobrevoló una de mis unidades, solo para colocarse entre las tres unidades de guerreros. Al mover más de 6UM, no pudo desembarcar, y en mi siguiente turno simplemente lo rodeé, destruí el serpiente con mis rifles Gauss y la Guardia Espectral murió al no poder desembarcar. Los guerreros siguieron tomando objetivos, controlando al final de la partida el de 4 puntos y otro de 3, quedando el otro objetivo de 3 lejos de ambos bandos, otorgándome los 3 puntos de Guerra Eterna. En cuanto a Vórtice, una buena mano y una marea de guerreros me dieron también los 4 puntos, y en cuanto a puntos por aniquilación, al sólo haberme muerto la unidad de motos y yo haber destruido el serpiente con la guardia espectral y una unidad de motos, obtuve los 2 puntos. Esto deja un resultado de 9-1 a mi favor, ya que él se llevó Primera Sangre, ningún Señor de la Guerra murió y nadie hizo Rompefilas.
La segunda partida tocó contra mi compañero de Marines Espaciales del Caos, quien ya ha dado algunos detalles de la batalla. Los grandes cañones no descansan, con 4 objetivos a controlar, y Contacto perdido. En el primer turno, me encomendé a mi suerte y puse las seis motos como carnaza en un lado del tablero, confiando en que su R5 y las salvaciones las harían aguantar. Cumplieron su cometido, ya que atrajeron la atención de los Arrasadores y una unidad de 9 Motoristas de Nurgle muy peligroso para mis guerreros. Mientras tanto, mi vista se centraba en otro premio: en lo alto de una torre, tan solo 10 cultistas defendían uno de los 4 objetivos a controlar, y una unidad de 20 guerreros se dirigía hacia ellos lenta pero inexorablemente. Mientras, en el centro del tablero, mi Líder Supremo, escoltado por Inmortales, disparaba de tanto en tanto para intentar reducir el número de enemigos. En el segundo turno, los Omnicidas llegaron y mataron un buen puñado de motoristas de nurgle gracias a su habilidad de herir a 2+ el turno en el que llegan y la regla Acerada propia de los francotiradores. Un afortunado Disparo de Precisión acabó con el fusión de la unidad, reduciendo su capacidad de disparo. Dado que aún suponían un problema, tuve que tomar la difícil decisión de asaltar con una unidad de 20 guerreros, confiando en que eso las detendría el resto de la partida, evitando que capturasen objetivos. Mientras, el Líder y sus inmortales seguían disparando, y acabaron con una unidad de Rapaxes que pretendía unirse a la contienda, y con su movilidad habrían dado problemas. Mi unidad de 16 guerreros se quedó atrás defendiendo uno de los 4 objetivos a capturar, y que sería mío hasta el final de la partida.
Aquí llegó el desastre. Mis guerreros trabados con las motos de nurgle perdieron el combate y fallaron el chequeo de moral, siendo cazados y destruidos. Un duro golpe que me forzó a cambiar mi estrategia. Lancé mis motos hasta el fondo, donde unos cultistas en un bosque defendían un objetivo a controlar, con la esperanza de que alguien les siguiera, quitando presión del centro de la mesa. En parte lo conseguí, porque el Señor del Caos, junto con sus marines de plaga, desembarcaron de su rhino recién inmovilizado al intentar salir de un bosque, con intención de seguir a mis motos. Las motos de nurgle, por su parte, me aliviaron al disparar y asaltar a los Omnicidas, quienes no tuvieron problemas en aguantar y trabarlas el resto de la partida. Por otro lado, mi Líder Supremo y su escolta se dirigieron al cuarto objetivo por controlar. Llegaron, dispararon a los Arrasadores matando a uno y poniéndolos en fuga al fallar el importantísimo chequeo de moral que mencionó mi compañero, cediéndome el control del objetivo. Por último, los guerreros alcanzaron la torre, asaltaron a los cultistas y los mataron a todos, obteniendo mi tercer objetivo, junto al recién cedido por los Arrasadores y el que tenía desde el principio de la partida.
En el recuento final, me llevé los 3 puntos de Guerra Eterna al controlar 3 de los 4 objetivos. También saqué los 4 puntos de Vórtice por la diferencia de 1 objetivo con respecto a mi rival, y me llevé Aniquilación al haber destruido a los Rapaxes y una unidad de cultistas, mientras que solo perdí una unidad de guerreros. Me llevé Primera Sangre y Rompefilas, esto último con las motos que envié para distraer y que al final aguantaron inesperadamente contra los cultistas y los marines de plaga. Nadie consiguió Señor de la Guerra, con lo que el resultado quedó 11-0 a mi favor.
Descanso para comer: la mejor parte del torneo, como ya ha explicado mi compañero de Marines del Caos. Risas e historias de otros torneos, tiempo de comentar las jugadas de la mañana y de disfrutar de muy buena comida. El mejor ambiente que recuerdo en un torneo.
La última partida enfrentó a mis legiones contra un ejército de Vito40K, el más duro que se vio ese día: 200 guardias imperiales con comisarios, grupo de mando y francotiradores incluidos, todo acompañado de 4 cañones Basilisk de forgeworld: 4 áreas grandes de F9 Fp3, ignora cobertura, barrera de artillería. Demoledor. La partida era capturar la Reliquia, y de Vórtice tocó Escalada táctica. Un rayo de esperanza en el primer turno, en el que me tocó capturar los objetivos que tenía cerca y las motos se apoderaron de la reliquia en el primer turno de movimiento. Los cañones Basilisk causaron estragos mientras los guerreros trataban de contener a la horda de guardias que se acercaba. La partida fue lenta y sin demasiados cambios: mis tropas aguantaban defendiendo los pocos objetivos que quedaron en mi poder, soportando el fuego de los Basilisk y matando los guardias que se acercaban. Un Pulso Solar lanzado en el momento justo impidió que el Líder y su unidad fueran objetivo del bombardeo en un momento crítico. 8 guerreros necrones soportaron durante 5 turnos los ataques de una unidad de guardias que los asaltaron, sin caer ninguno, y matando una media de 4 guardias por turno, lo que forzó a los comisarios a matar alguno más para que no huyeran.
Finalmente, a base de mantener a la horda de guardias a raya, me llevé la reliquia, obteniendo los 3 puntos de Guerra Eterna. Los pocos objetivos que protegí me dieron los suficientes puntos de Vórtice como para ganar también esos 4 puntos. Empatamos Aniquilación al perder solo una unidad cada uno, lo que se traduce en 1 punto para cada uno. Él obtuvo primera sangre, y no murió ningún Señor de la Guerra ni hubo Rompefilas, lo que nos deja un resultado de 8-1 a mi favor.
Tres partidas ganadas, la última contra el rival más duro del torneo. El problema era que otro jugador también obtuvo 3 victorias, así que había que hacer recuento para desempatar. Yo me quedé con 28 puntos (9+11+8), mientras que él sacó en total 29.
Rozamos la victoria con los dedos, pero no llegó a ser nuestra. De todos modos, nos llevamos la gloria de derrotar al jugador más duro del torneo y, por lo que oí, uno de los más duros de Vitoria. Buen sabor de boca para un torneo espectacular, lleno de emoción y el mejor ambiente que recuerdo.